14 - LA LIBÍDINE DE LA SINRAZÓN
Me
arrojaré sobre ti mientras sujeto del pelo a la luna
para
que no desista de observarnos
desde
su noche fragmentada de estrellas
sin
determinar los tiempos.
Arrancaré
con las manos ensangrentadas cualquier guijarro
para
edificar el más hermoso alcázar jamás visto
donde
transitar cada noche mi concupiscencia
en
busca de la intimidad de tu vientre.
Modelaré
con lascivia el más impúdico palco
bordeado
por un dosel de láminas de incienso
y entre
sus cuatro vértices erigiré un frágil lecho
iluminado
con las plumas de las Hercinias.
Te
exigiré todas las posturas imposibles
embaucado
por el perfume de tus visajes
e
irrumpiré en ti con el príapo enhiesto
mientras
sufro el indecente trepidar de tus senos.
Una
vez la niebla turbe las lágrimas de plata
y
tus glándulas dejen de satisfacer mi sed,
desde
mi corazón silente y mi dómine ya dócil
meditaré
tus fronteras y mis distancias.
Porque
vivir por ti, sin ti, contigo,
en
este palacio de sinrazones
es
por lo que nazco y muero cada día;
porque
solo conozco la ansiedad cuando te nombro.
Pero
ya han muerto los tiempos, mi dulce “Ginevra”,
y es
el momento de que emprendas el sendero
hacia
los inermes brazos que te aguardan taciturnos,
conscientes
de que yaciste impune sobre tálamo ajeno.
Mientras,
esperaré impertérrito mi turno
con
el cerrojo desplegado sobre mis labios,
expectante
por volver a saciar tu salacidad irreverente,
con
las llaves del alcázar en el bolsillo de mis calzas.
©MAM
Comentarios
Publicar un comentario